El Karate Do Shotokan
La verdadera meta de Karate Do no consiste en vencer o en ser vencido,
sino en conseguir la perfeccìon del caràcter de sus participantes.
Gichin Funakoshi.
Gichin Funakoshi ( 1869-1957) nació en Okinawa, Japón, donde era tradicional la practica de artes marciales; ahí comenzó desde los doce años a estudiar el Okinawa – Te.
Fuankoshi es el padre responsable del Karate Do actual. El maestro después de estudiar diferentes técnicas de combate con instructores de su época, complemento éstas con teorías filosóficas y budismo Zen, creando el Karate moderno al unificar los diversos estilos practicados.
El maestro Fuankoshi siempre afirmó que el Karate – Do era un medio para mejorar al ser humano.
El Karate Do está relacionado de una u otra forma con todas las artes marciales del Asia Oriental. “Kara” significa vació-desnuda, “te” significa mano; “Karate” significa mano vacia.
Shotokan significa literalmente “casa de Shoto”. “Shoto”. Por su parte, era el pseudónimo que el maestro Gichin Funakoshi usaba para firmar sus poesías juveniles.
En 1936, Funakoshi abrió su Dojo de Karate Do en Tokio al que sus alumnos llamaban Shotokan. Años después sus seguidores comenzaron a hablar del Shoto – Kan-Ryu o estilo Shotokan como una escuela diferenciada
“Shoto” significa literalmente “pino que se balancea”. Este nombre fue escogido por Funakoshi cuando entrenaba al aire libre entre pinos en las montañas “Torao” (cola de tigre).
La terminación “Do” (Karate Do) se aplica a las artes marciales para asentar que se trata de un camino, una vía hacia el esclarecimiento, a la autorrealización y a la comprensión; es un elemento Zen que determina que las artes marciales siguen esta vía.
Todos los practicantes del Karate Do tradicional, especialmente, los que practicamos Shotokan apreciamos la clasificación de Do dada al Karate, para demostrar que se trata de una vida, de un “Budo” y diferenciarlo de las diversas formas de Karate concebidas tan sólo como ejercicios de combate o de practicas deportivas llamadas simplemente Karate. (Otras artes marciales como el Aiki-Do, Ju-Do, Tae Kwan-Do, Jet Kune-Do, Ai-Do, comparten este principio).
Ahora cuando leamos o escuchemos “Karate Do Shotokan” comprenderemos mejor el significado espiritual de este nombre; algo así como “el camino de las manos vacías (sin armas) de la casa de Shoto (el pino que se balaceaba)”.
Funakoshi insistía que practicar por largo periodo era muy bueno pero que si simplemente movíamos las manos y los pies, y saltábamos como títeres, aprender Karate no seria muy diferente que aprender a bailar y jamás se llegaría al corazón del asunto, pues habríamos fracasados en captar la quinta esencia del Karate Do. El Karate Do es un arte de combate con las manos desnudas que se desarrolló a lo largo de los siglos; primero en Okinawa cuando los chinos que ocupaban las islas Ryu-Kyu prohibieron en el siglo XVI a su habitantes la posesión de armas, y más tarde bajo la ocupación japonesa. Es un estilo de combate inspirado en técnicas similares chinas que los campesinos desarrollaron y re-inventaron con técnicas practicadas en secreto para resistir eficazmente cualquier ataque; técnicas en su mayoría mortales. El origen del Karate permanece escondido y lleno de leyendas. Lo que sabemos es que su nacimiento y práctica más expandida se sitúa en el Asia Oriental con personas que profesaban una amplia variedad de credos: Mahometanos, Hinduistas, Brahamanistas y Taoístas.
Con el paso del tiempo surgieron en Asia Oriental diferentes formas de autodefensa. Se piensa que buscando las raíces y los orígenes de las artes marciales, éstas provienen del Monasterio de los Monjes “Shaolin”, quienes desarrollaron técnicas de Kung Fu “Shaolin-si”, que pretendían en un principio la defensa de los monjes contra el ataque de los maleantes y los asaltantes de caminos, pero a su vez se piensa que llegaron ahí procedentes de la India, a través de un monje Zen llamado “Bodhidarma” (Daurma). Era un estilo original de combate ritual dedicado a la diosa Kali, llamado “Kalaripayat” (camino del campo de batalla) y también “Vajara Musthi” (puño de diamante).
Un alumno le preguntò a Bruce Lee el primer dìa de clases, sobre la utilizacìon de cinturones de colores en su clase.
¿Cinturones? estos solo sirven para sostenerse los pantalones... Respondiò Lee.
En los Dojos de Karate en Japón, el estudiante usa una cinta blanca que de acuerdo a la tradición, simboliza la inocencia. Con el paso del tiempo la cinta se ensucia con el manejo y el uso por lo que la segunda etapa de aprendizaje se simboliza pro medio de una cinta color café. El paso del tiempo hace que la cinta se vaya oscureciendo más hasta que se pone negra por el uso. Y esa es la etapa de la cinta negra. Con más y más uso, la cinta negra comienza a raerse y se va poniendo casi blanca, significando con eso que su dueño está regresando a la inocencia… una característica Zen de la perfección humana.
En los sistemas de Karate occidentalizados, se utilizan cintas de variados colores entre el blanco y el negro como estímulo y recordatorio que aún hay mucho más que aprender, más allá de cada color y cada grado.
En este ciclo de colores de los cinturones en el Karate (así como en muchas otras artes marciales) encontramos una profunda sabiduría simbólica. El blanco es el color de la pureza, de la inocencia. El amarillo simboliza la “semilla”; es el fuego del descubrimiento, de la agresividad; hay que foguearse y trabajar duro.
El verde implica que crecemos como un aplanta, como las habichuelas mágicas; hay que carecer y crecer hasta llegar al cielo, simbolizado por el azul, entendiendo así que nuestra cabeza está en lo alto, pero que los pies están en la tierra. El marrón es esa tierra que pisamos, pues nos hemos hecho sólidos como la tierra, nuestro planeta. Entonces llegamos al negro, las tinieblas simbólicamente nunca se apoderan del Hara, del centro, ahí donde se ata el cinturón, en la mitad del cuerpo, cuatro dedos debajo del ombligo… es el símbolo del autodominio, del indiciado. A partir de ese momento es cuando se comienza en verdad a hacer Karate, entonces el cinturón negro por el uso comienza a perder color hasta raerse y ponerse blanco pro el uso… de nuevo la pureza convertida ahora en luz, en sabiduría tras el conocimiento y la experiencia.
El ciclo se ha cerrado. Este es el “Tao” del liderazgo:
“ser bondadosamente humano”.
lunes, 27 de agosto de 2007
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